
Cuando estaba comenzando a tomar fotografías como forma de refugiarme de la realidad, recuerdo haber tomado esta foto en diciembre del 2012, fue un dia de lluvia en donde al atardecer las nubes agotadas dejaron abierto el paso para que cayeran los rayos del sol.
En una estructura metálica, crecía esta bella ipomoea, enredadera que siempre se llenaba de suspiros, la luz del sol tras los pétalos aún con gotas de lluvia, me dieron la posibilidad de tomar esta fotografía que para mí es mágica.
Es de las primeras fotografías que marcaron este camino y que me dieron la seguridad de hacer lo que hago.
Ahora con el oficio que he aprendido sin haberlo buscado, pude materializar esta obra tan importante para mí.
Es una imagen volcánica y sensible, de un azul violeta envolvente que se abre por una luz que brota en magenta y amarillo, y unos leves detalles de un verdoso oscuro en la esquina superior derecha. El papel reciclado que funciona como un soporte noble, aportando textura a la obra y unos bordes que nos remiten al tacto del objeto.